Cuando la política se encuentra con el activismo ambiental, surgen iniciativas que van más allá del discurso y se traducen en acciones concretas para el bienestar de la comunidad. En una jornada reciente, el Parque Metropolitano Guangüiltagua en Quito se convirtió en el escenario de un evento que buscaba precisamente eso.
La Politeka no fue simplemente un acto de reforestación. Fue un simbolismo, una representación del compromiso de las futuras generaciones de líderes y aquellos que actualmente dirigen el rumbo de nuestra ciudad. Al juntar a estudiantes de política con los recién elegidos representantes del Municipio de Quito, se planteó una propuesta: plantar 50 árboles nativos como un gesto tangible hacia la creación de un Quito más sostenible y habitable.
En eventos como este, cada mano cuenta, y es un honor destacar la participación activa del concejal electo Wilson Merino. Su presencia no solo demostró su compromiso con el bienestar de la ciudad, sino también la importancia de que los líderes políticos estén en sintonía con las acciones y demandas de sus ciudadanos.
Como bien lo expresó Jane Goodall, «Cada árbol que plantas, marca una diferencia». Y en esta jornada, esos 50 árboles simbolizaron la unión de la política y la naturaleza, y el deseo común de hacer de Quito un lugar mejor.
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