El compromiso de Mondelez Internacional con la comunidad brilló con especial intensidad el viernes 29, en un evento lleno de significado en el «Hogar para sus Niños» de Carcelén, Quito. Este lugar, dedicado al cuidado de niños en situación de vulnerabilidad, se convirtió en un epicentro de cambio y esperanza.
En esta jornada, no solo se plantaron flores; también se erigió un invernadero. Este espacio no es solo una estructura física, sino un ambiente de aprendizaje vivo donde los niños pueden interactuar con la naturaleza, observando de cerca el crecimiento de las plantas y flores. El invernadero representa un lugar de descubrimiento y exploración, un refugio donde la belleza de la naturaleza puede ser apreciada y cuidada día a día.
Aunque por razones legales y de seguridad no fue posible compartir fotos con los niños, el evento estuvo lleno de momentos de alegría y conexión. Los voluntarios de Mondelez tuvieron la oportunidad de compartir con ellos un refrigerio saludable, creando recuerdos felices en un ambiente de cuidado y atención.
Parte del esfuerzo de Mondelez y la Fundación se centró en limpiar una extensa área del hogar que estaba llena de ramas y escombros. Este espacio fue transformado en una zona de recreación para los niños. Ahora, los pequeños del «Hogar para sus Niños» pueden jugar y disfrutar en un entorno seguro y acogedor, rodeados por la naturaleza que también les enseña y nutre.
A través de estas actividades, Mondelez Internacional continúa demostrando que su visión de sostenibilidad incluye cultivar comunidades fuertes y resilientes. El evento del 27 de octubre es un ejemplo claro de cómo los esfuerzos corporativos pueden tener un impacto profundo y duradero, no solo en el ambiente, sino en la vida de las personas.
El espíritu comunitario y el compromiso con el desarrollo sostenible se unieron en una sinergia perfecta en el evento organizado por Mondelez Internacional en colaboración con la Fundación el 27 de octubre en el Refugio para Niños. No fue solo una jornada de plantación, sino un día donde se erigió una estructura de madera que servirá como el corazón verde del refugio, un lugar donde las flores y las sonrisas de los niños pueden florecer juntas. Este proyecto no solo embellece el espacio físico, sino que también fomenta un entorno enriquecedor donde los pequeños pueden aprender y apreciar el valor de la naturaleza y el trabajo manual. Con cada brote que emerge y cada enredadera que trepa, la esperanza se arraiga más profundamente en este pequeño santuario de crecimiento y curiosidad infantil.
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