El sábado pasado, la Quebrada San Antonio en el Comité del Pueblo volvió a llenarse de vida.
Donde hace un año las llamas dejaron cicatrices, ahora 70 voluntarios formaron una cadena humana que desafió la pendiente pronunciada del terreno.
Herramientas, plantas, tierra y mulch pasaron de mano en mano, al ritmo de música de fondo que convirtió el esfuerzo en celebración.
Algunos resbalones arrancaron risas, pero ninguno detuvo el impulso colectivo de devolver al cerro su manto verde.
Los guardianes ancestrales del ecosistema andino regresaron a casa: cholanes que purificarán el aire, alisos que abrazarán el agua, capulíes que alimentarán a las aves, cedros que crecerán por décadas.
Cada especie nativa llegó para tejer de nuevo la red de vida que el fuego intentó romper.
Los niños trabajaron junto a los adultos, ensuciándose las manos y aprendiendo que cuidar la naturaleza es también cuidar de nosotros mismos.
Al final de la jornada, 240 árboles y arbustos nativos quedaron plantados, listos para crecer y sanar la quebrada.
Cuando el último árbol quedó en tierra, llegó el momento del merecido refrigerio.
Entre sonrisas cansadas y manos llenas de tierra, los voluntarios se despidieron con la promesa de volver a visitar «su arbolito» y acompañarlo en su crecimiento.
Esa conexión personal con cada planta es el verdadero motor de la conservación.
Agradecemos profundamente a cada voluntario que entregó su sábado, a Business IT por su compromiso ambiental constante, y a nuestro equipo que hizo posible esta jornada.
Los invitamos a sumarse a futuras siembras, porque cada árbol plantado es un paso hacia la convivencia armónica entre el ser humano y la naturaleza.
«Quién planta un árbol, planta esperanza.» Lucy Larcom
JUNTOS SOMOS PARTE DE LA SOLUCIÓN
“Cada árbol que plantas, marca una diferencia”, Jane Goodall
 
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